Jack Black y Paul Rudd homenajean a la película de culto (por razones no buscadas) de 1997 ‘Anaconda’ con una divertida e inteligente recuela.
‘Anaconda’, el film de 1997 dirigido por Luis Llosa, es hoy una película de culto. Pero no por los motivos que hubiesen querido sus responsables. Protagonizada por Jennifer Lopez, es una colección de clichés del género (50 años después, muchas siguen intentando ser ‘Tiburón’), efectos digitales chapuceros, serpientes rugiendo como leones e interpretaciones pasadas de rosca (lo de Jon Voight es fascinante por muchos motivos contradictorios entre sí), y eso sin olvidarnos del icónico y desvergonzado plano en el que el agua de una cascada regresa río arriba porque se olvidaron de que lo estaban montando con la imagen invertida. Si buscas una película para ver con tus amigos y un pack de latas de cerveza, echarte unas risas y pasar un buen rato, es la opción perfecta.
Sin embargo, con este tipo de producciones pasa un fenómeno muy curioso. Los “entendidos” del cine cutre sabemos que, para que una película de estas características funcione y alcance este estatus, tiene que ser algo no buscado. Milagros como ‘The Room’, ‘Troll 2’ o ‘Samurai Cop’ no nacen a sabiendas, sino que son insólitos golpes de suerte que surgen de chiripa a partir de gente con mucha pasión y poca maña.
Tratar de replicar esa magia de manera consciente nunca sale bien, y eso es algo que la nueva versión de ‘Anaconda’ ha sabido esquivar de manera muy inteligente y siguiendo un ejemplo reciente: ‘The Disaster Artist’. La Concha de Oro de 2017 no trata de hacer un remake al uso de ‘The Room’, esa obra maestra de lo que no hay que hacer en una película orquestada por Tommy Wiseau, sino que construye un artefacto de comedia convencional a su alrededor. No trata de ser graciosa por estar mal hecha, sino que imagina (o más bien recrea, siguiendo el libro de rodaje de Greg Sestero) situaciones divertidas que, lejos de buscar replicar el fenómeno, se ríen de/con él.
Tom Gormican y Kevin Etten, guionistas de esta especie de reboot de ‘Anaconda’, ya contaban con experiencia a la hora de mezclar realidad y ficción y transformarla cómicamente a su antojo, y en esta ocasión los protagonistas bien podrían ser una versión alternativa de Jack Black y Paul Rudd, al igual que ocurría con Nicolas Cage en su anterior trabajo, ‘El insoportable peso de un talento descomunal’, puesto que ambos se comportan exactamente de la misma manera que la imagen que tenemos de ellos (que no como son en realidad, supongo). Y la película es exactamente eso: Black dando la nota a su histriónico estilo mientras que Rudd pone cara de circunstancias en su ridícula estoicidad. Lo de la serpiente es una excusa. Justo lo que veníamos a ver.
Que nadie se espere una versión “suecada” (‘Rebobine, por favor’) de la ‘Anaconda’ original, sino que vaya comprando palomitas para una divertidísima recuela al servicio de sus intérpretes que sigue todos los pasos canónicos (sí, cameos incluidos) pero cambia de género.
Al fin y al cabo, el argumento es el mismo: el choque de un grupo de cineastas que viajan al Amazonas para filmar una producción y se encuentran con la amenaza de la naturaleza más salvaje. Como en ‘Anaconda’, pero también como en ‘Holocausto caníbal’, de la que bebe más el film de los 90 que de ‘Tiburón’.
Fuente: Fotogramas












